martes, 11 de octubre de 2011

Misticismo y magia

Una herencia peligrosa a descubrir: misticismo y magiaCuanto más antigua es una tradición o una religión, más son los estados que pueblan el mundo interme­dio, como lo demuestran las mitologías exuberantes de Egipto, India y Grecia.

Una herencia peligrosa

Para los descendientes de esas tradiciones existe una herencia peligrosa, ya que ese mundo, más com­plejo y más extenso que el mundo de los cuerpos físicos, ofrece un caos de diversas influencias en medio de las cuales se corre el riesgo de sufrir un naufragio perma­nente.
Las mismas fuerzas y los mismos fenómenos pueden tener causas sumamente diferentes y la doctrina del Islam insiste en el hecho de que por el alma Satán se ha apoderado del hombre.
Es solamente en este estado que puede convertirse en el adversario del Dios No Supremo, porque este mundo es el del dualismo, mientras que el Principio Supremo y Trascendente, idéntico a Brahma no califi­cado, siempre está lejos de todo alcance.
Conviene, pues, antes de ir más allá, distinguir el esoterismo de las disciplinas con que otros podrían con­fundirlo, especialmente la magia y el misticismo.
En el sentido ordinario de la palabra, el misticismo goza de un estado pasivo, de una cualidad a menudo dudosa, y este concepto, exacto pero demasiado estre­cho, no rinde justicia a los grandes místicos cristianos en el sentido canónico de la palabra que, como demues­tra la vida de [W:San Juan de la Cruz], por ejemplo, han realizado estados muy elevados, nada pasivos, y muy superiores en todo caso a los de los iniciados simple­mente virtuales.
El estudio de la teología mística mostraría, al con­trario, una equivalencia entre los estados espirituales de los santos y los de los chaktas de Oriente.
La verdadera diferencia estriba en la ausencia de una cadena espiritual, lo que aísla la mística cristiana al seno de su propia tradición, mientras que el iniciado oriental es reconocido, aceptado, ayudado por una or­ganización legítima.

La magia

Respecto a la magia, su caso es muy distinto del misticismo. La magia es una ciencia experimental tradicional, que nada tiene de religiosa. Las operaciones mágicas obedecen a unas leyes precisas que el mago se limita a aplicar. Para esto, capta y utiliza las fuerzas psíquicas disponibles del mundo intermedio. Esas fuerzas sutiles están unidas al estado corporal de dos maneras diferen­tes: por el sistema nervioso y por la sangre. Sus efectos pueden compararse a los de un campo de fuerzas que el mago dispone para diversos fines.
En el mundo de los cuerpos físicos, estas influencias actúan por intermedio de entidades sutiles, como los elementales de los reinos de la Naturaleza, o ciertos objetos o lugares.
La acción mágica se basa en la ley de correspon­dencia que une por afinidad los elementos naturales y transforma ciertos objetos en condensadores de ener­gía. A veces, como en la [W:India], el mago fija esas fuerzas sobre su cuerpo y atrae poderes que sobrepasan a sus capacidades ordinarias.
La "condensación" y la "disolución" de estos con­glomerados de fuerzas sutiles son comparables a las operaciones alquímicas de "coagulación" y "solución" que también se llaman "llamada" y "despido" en la magia ceremonial.
Cuando todo se rompe entre esas influencias erran­tes y el orden espiritual, caen en el reino de la brujería, que utiliza las formas más bajas de la magia negra, convertidas en demoníacas.
Entre éstas, las más temibles proceden de las in­fluencias de las que se ha retirado el espíritu, fuera de todo soporte psíquico. Y esto explica el carácter no­civo de los restos de religiones y tradiciones antiguas, ya muertas, sobre todo cuando se trata de las "almas de los muertos", dobles egipcios, ob hebreos, manes latinos y hasta ídolos del paganismo, pues los dioses abandonados caen en el rango de los demonios.
Cuanto más antigua es una tradición o una religión, más son los estados que pueblan el mundo interme­dio, como lo demuestran las mitologías exuberantes de Egipto, India y Grecia. Una herencia peligrosaPara los descendientes de esas tradiciones existe una herencia peligrosa, ya que ese mundo, más com­plejo y más extenso que el mundo de los cuerpos físicos, ofrece un caos de diversas influencias en medio de las cuales se corre el riesgo de sufrir un naufragio perma­nente. Las mismas fuerzas y los mismos fenómenos pueden tener causas sumamente diferentes y la doctrina del Islam insiste en el hecho de que por el alma Satán se ha apoderado del hombre.Es solamente en este estado que puede convertirse en el adversario del Dios No Supremo, porque este mundo es el del dualismo, mientras que el Principio Supremo y Trascendente, idéntico a Brahma no califi­cado, siempre está lejos de todo alcance.Conviene, pues, antes de ir más allá, distinguir el esoterismo de las disciplinas con que otros podrían con­fundirlo, especialmente la magia y el misticismo.En el sentido ordinario de la palabra, el misticismo goza de un estado pasivo, de una cualidad a menudo dudosa, y este concepto, exacto pero demasiado estre­cho, no rinde justicia a los grandes místicos cristianos en el sentido canónico de la palabra que, como demues­tra la vida de San Juan de la Cruz, por ejemplo, han realizado estados muy elevados, nada pasivos, y muy superiores en todo caso a los de los iniciados simple­mente virtuales.El estudio de la teología mística mostraría, al con­trario, una equivalencia entre los estados espirituales de los santos y los de los chaktas de [W:Oriente]. La verdadera diferencia estriba en la ausencia de una cadena espiritual, lo que aísla la mística cristiana al seno de su propia tradición, mientras que el iniciado oriental es reconocido, aceptado, ayudado por una or­ganización legítima.
Respecto a la [W:magia], su caso es muy distinto del [W:misticismo].La magia es una ciencia experimental tradicional, que nada tiene de religiosa. Las operaciones mágicas obedecen a unas leyes precisas que el mago se limita a aplicar. Para esto, capta y utiliza las fuerzas psíquicas disponibles del mundo intermedio. Esas fuerzas sutiles están unidas al estado corporal de dos maneras diferen­tes: por el sistema nervioso y por la sangre. Sus efectos pueden compararse a los de un campo de fuerzas que el mago dispone para diversos fines. En el mundo de los cuerpos físicos, estas influencias actúan por intermedio de entidades sutiles, como los elementales de los reinos de la [W:Naturaleza], o ciertos objetos o lugares. La acción mágica se basa en la ley de correspon­dencia que une por afinidad los elementos naturales y transforma ciertos objetos en condensadores de ener­gía. A veces, como en la India, el mago fija esas fuerzas sobre su cuerpo y atrae poderes que sobrepasan a sus capacidades ordinarias.
La "condensación" y la "disolución" de estos con­glomerados de fuerzas sutiles son comparables a las operaciones alquímicas de "coagulación" y "solución" que también se llaman "llamada" y "despido" en la magia ceremonial. Cuando todo se rompe entre esas influencias erran­tes y el orden espiritual, caen en el reino de la [W:brujería], que utiliza las formas más bajas de la magia negra, convertidas en demoníacas. Entre éstas, las más temibles proceden de las in­fluencias de las que se ha retirado el espíritu, fuera de todo soporte psíquico. Y esto explica el carácter no­civo de los restos de religiones y tradiciones antiguas, ya muertas, sobre todo cuando se trata de las "almas de los muertos", dobles egipcios, ob hebreos, manes latinos y hasta ídolos del paganismo, pues los dioses abandonados caen en el rango de los demonios.

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